martes, 6 de enero de 2015

Acuarelas venecianas

En Venecia todo gira en torno al agua. Nace, vive, se desarrolla, se apaga, muere. Edificios, viviendas, palacios, mansiones, iglesias, prisiones…

Los puentes. Barcos, góndolas, lanchas, motoras…

Las personas.

Mármoles, ladrillos, azulejos, hierros, bronces, maderas, alabastros, tejas, granitos, cristales, espejos…

Los colores vibran, se reflejan y multiplican; se equilibran, matizan, enriquecen; se funden.

Grises, azules, rojos, violetas, cárdenos; amarillos, ocres, ámbar, verdes, carmín. Blancos, negros.


Un intento de reflejar algo de ello son estas acuarelas, algunas de las cuales formarán parte de mi nueva exposición que se celebrará del 10 de Enero al 8 de Abril de este 2015 en el Museo Municipal “Casa Orduña” en Castell de Guadalest, Alicante. La presentación de la exposición, a la que estáis todos invitados, tendrá lugar el sábado 17 a las 13 horas.




Martín Alía. El mercado de Rialto, Venecia. Acuarela/papel. 50 x 66 cm.



Martín Alía. Puente de Rialto, Venecia. Acuarela/papel. 50 x 66 cm.



Martín Alía. Fachada veneciana. Acuarela/papel. 50 x 66 cm.



Martín Alía. Rincón veneciano. Acuarela/papel. 50 x 66 cm.





2 comentarios:

  1. Me alegro de que ese viaje haya sido tan fructífero. Aprecio una tonalidad más viva en tus pinturas (las acuarelas de Venecia son preciosas), pero, como decía Nietzsche, antes de hablar de arte, uno debería intentar crear una obra de arte.
    Ahora entiendo por qué lo grandes novelistas clásicos envidiaban el dominio de la pintura, y por qué lamentaban no poder escribir como un pintor, pues la creación de una novela empieza imaginando un mundo, una imagen, que, posteriormente, se trasformará en palabras. Y es uno de tus colores preferidos, el amarillo, el que me hace evocar un pasaje curioso de la obra proustiana "En busca del tiempo perdido": un personaje, famoso escritor, lee un artículo periodístico en el que un crítico admira una pared amarilla que aparece en el cuadro "Vista de Delf", de Vermeer, afirmando que su belleza es comparable a una obra maestra china clásica. Nuestro personaje en cuestión acude al museo, y, al contemplar esa sublime pared amarilla, murmura tristemente sus últimas palabras: "Así es como debería haber escrito". Consideraba que a sus libros más recientes "debería haberles añadido unas cuantas capas de color, convirtiendo así mi lenguaje en algo preciado, como esta pequeña obra maestra." Lo que me induce a pensar que dicho personaje sea el alter ego del autor, dada la gran atracción que la pintura ejercía sobre él.

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    1. Que viendo mis acuarelas te haga recordar a Nietzsche me resulta abrumador.
      Y que además tu comentario esté centrado en una obra de uno de los grandes maestros de todos los tiempos como fue Vermeer, cuya obra consulto, estudio y escudriño en busca de esos "mágicos colores" me sonroja aún más.
      Creo que tanto el escritor como el pintor lo que buscamos en nuestro caso, es reflejar en una superficie limpia, blanca y pura, una parte de eso que llamamos nuestro mundo.
      Muchísimas gracias. Muua!!!

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